Es apropiado que esta tercera semana de Adviento se llame "Domingo de Gaudete", lo que la segunda lectura de hoy lo explica muy bien. La palabra "Gaudete" significa regocijarse. La segunda lectura incluso lo enfatiza de nuevo y lo repite alto y claro y pide que todos se regocijen. Al mismo tiempo, la segunda lectura realmente pone un contraste con lo que es opuesto al regocijo, que es la ansiedad. Y este es realmente el contraste de cuántos pueden estar viviendo el Adviento. Algunos con regocijo, otros con ansiedad. Aquellos que están viviendo el Adviento con regocijo son aquellos que están viviendo con agradecimiento su vida de oración. Los que viven con regocijo son los que se hacen la misma pregunta que la gente le hizo a Juan, que fue: "¿Qué debemos hacer?" Y no solo hacen la pregunta, sino que siguen los consejos. Viven con el Adviento con un sentido de justicia, no quieren más de lo que tienen y se preocupan por los demás sin extorsionarlos, y finalmente, y lo más importante, están viviendo el Adviento guiados por el Espíritu Santo. Están ardiendo por el amor de Dios. En este punto de la temporada de Adviento, están evaluando su proceso espiritual y se regocijan porque no son la misma persona que eran al comienzo del Adviento. Hay motivos para alegrarse por el buen progreso realizado durante las cuatro semanas de Adviento. Hay razones para regocijarse de dos maneras. Uno, porque el motivo de la temporada está cerca. Es espíritu humano por el Espíritu Santo que sabe que el Amado está cerca. En segundo lugar, es regocijarse saber que, gracias al Espíritu Santo, la presencia de Cristo está creciendo en la vida personal, se le ha dado más espacio para que Él nazca. Es regocijarse, celebrar, no de una manera egoísta, sino de una manera agradecida, que la Luz de Cristo se haya fortalecido durante estas tres semanas. Sin embargo, como se mencionó, el contraste del regocijo es la ansiedad. Esta ansiedad también se puede experimentar en este punto. Por el tiempo perdido, por no hacer ningún progreso, por estar atrapado en el mismo lugar, por estar desprevenido. Esta ansiedad también crece, porque ningún consejo de Juan Bautista fue practicado, vivido y experimentado durante este tiempo de Adviento. Las palabras del profeta y del heraldo no fueron escuchadas, y la hoz esta lista para cortar y quemar toda la paja inútil en el fuego inextinguible. Muchas personas están en esta situación por culpa del mundo. El mundo ha quitado el regocijo que trae el Adviento y solo ha dejado ansiedad. El Adviento es un tiempo de preparación, pero también de crecimiento espiritual. Sin embargo, para el mundo, el Adviento no existe. Las semanas previas a la Navidad, es solo un momento para prepararse para comprar más y tener más. Las personas sufren de esta ansiedad porque su enfoque es adquirir, pero lo que la iglesia ofrece en este momento es regocijo. Tal vez el enfoque ha sido erróneo, tal vez el tiempo se ha perdido. Es hora de cambiar las cosas, y si hay conocimiento de que está sucediendo ansiedad, es hora de cambiar el rumbo y dedicar esta última semana de Adviento a arrepentirse y pedirle al Señor, que se experimente alguna medida de regocijo. Y que este regocijo que puede comenzar en Adviento continúe en la Navidad y más allá. Regocijarse es un modo de vivir. Que cese la ansiedad y aumente el regocijo por las muchas buenas acciones emprendidas en el Adviento.