Para la mayoría de nosotros, hemos experimentado momentos de frustración como el profeta Habacuc. Todo el libro está dedicado a la cuestión de la justicia de Dios en el mundo. No hace falta decir que Dios no estaba cumpliendo con el periodo del tiempo que Habacuc quería que se hiciera justicia.
Como Dios se lo recordó al profeta y a nosotros también, su tiempo no es nuestro tiempo. Con todo lo que sucede en el mundo, ¿por qué Dios no acaba con todo el mal? Tal vez la respuesta sea doble: le está dando a la gente mala la oportunidad de cambiar; y nos está dando la oportunidad de ayudar a cambiar las cosas para mejor.