“Creo en Dios pero no en la institución”. Esto es lo que a veces usan como excusa las personas que no quieren venir a la iglesia; es su argumento. Es curioso que digan eso porque Jesús sí creía en la institución. Algunas personas pueden señalar los azotes en el templo y otros pasajes del Evangelio donde Jesús estaba en contra de la institución, sin embargo, tienen memoria selectiva para avanzar en su argumento. En general, Jesús estaba en contra de las prácticas falsas dentro de la institución, pero no en contra del todo. Leí un libro interesante que profundizaba en la postura de Jesús y la institución, y argumentaba que Jesús no estaba en contra. Necesitamos recordar que Jesús era un judío practicante. Iba a la sinagoga sábado tras sábado. La gente de su congregación lo conocía. Era tan conocido que lo invitaron a leer el rollo del profeta Isaías. Cuando dijo que este pasaje se había cumplido en Él, no lo podían creer porque venía a su sinagoga desde pequeño. Posteriormente, hay muchas ocasiones en las que se ve a Jesús viviendo su fe en el templo. Si vamos a seguir los relatos sinópticos del evangelio, el observó la Pascua con sus discípulos. Jesús incluso “instituyó” la Eucaristía. Entonces, si Jesús no estaba en contra de la institución, ¿por qué deberíamos estar nosotros en contra de ella? Cuando alguien dice: “No voy a la iglesia porque no creo en la institución”, está contradiciendo la práctica de Jesús. Se están privando de la maravillosa oportunidad de ser alimentados con el rico y puro alimento de la Eucaristía.Cuando alguien dice: “No voy a la iglesia porque hay muchos hipócritas”, no reconoce que en el banquete del Señor habrá buenos y malos. ¿Se van a privar de estar bien alimentados y quedarse sin los sacramentos? Como dice el Salmo: Él pondrá una mesa delante de nosotros (la Eucaristía) y ungirá nuestra cabeza con aceite (Bautismo y Confirmación). Dios continúa invitándonos una y otra vez, pero muchos todavía rechazan su invitación. Ojalá no se arrepientan al final de su vida, quedando reducidos al silencio con su argumento equivocado. Seamos realistas, algunas personas necesitan una excusa perfecta para no venir a la iglesia porque Dios no es una prioridad en sus vidas. Dios continúa convocando y es hora de tomar en serio la invitación. Para aquellos que tienen familiares y amigos, e incluso ellos mismos, que continuamente usan este argumento, es hora de dejar lo que sea que estemos haciendo y aceptar la invitación de Dios al banquete, antes de que sea demasiado tarde y seamos expulsados.