El desierto del Sahara es el desierto más grande del mundo y está creciendo. Se estima que el tamaño del desierto seguirá aumentando en muchas partes de África. Es un gran desierto, pero hay otros desiertos, y esos son los desiertos espirituales que experimentamos en nuestra vida de fe. Estos desserts también pueden estar creciendo por la falta de oración. Estos desiertos tienen algunos síntomas espirituales que tal vez se están experimentando. El primer síntoma es el miedo. Los que confían en Dios no tienen que temer, porque sus corazones están firmes en Dios. Pero si el miedo se experimenta con frecuencia, el desierto crece. Segundo síntoma, impaciencia.San Pablo recuerda: “ Tú también debes tener paciencia porque la venida del Señor está cerca”. Tercer síntoma, quejarse. Un corazón agradecido debe alabar al Señor, pero los que tienen un desierto grande, solo buscan quejarse. Cuarto, vanidad. Juan el Bautista nos sigue recordando de tener una vida sencilla. Cuando nos centramos en el exterior, perdemos de vista lo importante, el interior. Por último, tristeza y luto. Aquellos cuyo desierto es tan grande experimentan dolor en sus corazones. Sin embargo, hay una solución. Dios enviará lluvia. Dios enviará a sus profetas. Dios enviará a una persona que será mayor que Juan el Bautista en el reino de los cielos, quien será el portador de buenas noticias y ayudará a salir del desierto. La persona de parte de Dios puede ser la persona menos esperada. La persona no necesita ser perfecta sino ser como una pequeña caña mecida por el viento pero usada como instrumento de Dios. Esta caña frágil puede ayudarte con la gracia de Dios a marcar el comienzo de tu transformación. Quizás ellos también eran un desierto antes, pero empezaron a cambiar para Dios. Tu desierto comenzará a desvanecerse para dar paso a un hermoso bosque como el Líbano, lleno de las gracias de Dios. La Buena Noticia florecerá como una flor, y la tierra árida rebosará de agua. Este tiempo de Adviento llama a identificar nuestros desiertos, reconocerlos pero también pedir a Dios que venga a colmarlos de sus gracias y transformarlos en hermosos oasis de su amor. Adviento es para nosotros dejar que la Buena Noticia renueve y refresque nuestros desiertos incluso a través de las personas que Dios nos envía como mensajeros.