Comparado con la eternidad, el tiempo de Jesús en la tierra fue menos que un abrir y cerrar de ojos. Imagínese lo rápido que habrían pasado para él los cuarenta días entre su resurrección y su ascensión. Había una urgencia en su período: ¿Ellos entenderian? ¿Completarán su misión? ¿Me he olvidado de explicarles algo? Solo Jesús conoce su nivel de confianza en los apóstoles mientras ascendía al cielo. Sin embargo, ¡aquí estamos! Incluso con todos los errores a lo largo de los milenios, continuamos adorando a Dios como Jesús enseñó a los apóstoles y como ellos nos lo transmitieron. La ascensión de Jesús es un recordatorio importante de que, aunque él era perfecto, nosotros no tenemos por qué serlo. Como los apóstoles, tenemos que hacer nuestro mejor esfuerzo y seguir intentándolo.