Hemos estado en una serie de semanas donde ha habido un llamado a proclamar el Evangelio del arrepentimiento. Esta semana el tema continúa pero con otro enfoque. Ahora estamos llamados a vivir el llamado profético recibido en el bautismo a compartir el mensaje profético de salvación. En resumen, estamos llamados a ser profetas... pero el tipo correcto de profeta. A un verdadero profeta se le piden dos cosas: coherencia y autenticidad. Coherencia significa no cambiar con el tiempo, sino permanecer fieles a nuestros principios, en este caso el mensaje.
La primera lectura es clara: un profeta sólo debe proclamar lo que ha recibido de Dios. El profeta no debe añadir ni quitar nada del mensaje de salvación. Si el profeta dice algo que no concuerda con lo que Dios ha revelado, esa persona no es más que un charlatán. Y se puede esperar, como en la primera lectura, que esa persona seguramente muera desesperada y avergonzada. Coherencia significa no cambiar el tono del mensaje ni de la vida.
La segunda lectura muestra que San Pablo no era un hombre casado y ciertamente no veía la necesidad del matrimonio. Si fuera por él, todos deberían permanecer solteros para dedicar todo su tiempo a Dios. Este pasaje realmente trata sobre la preocupación que tenía San Pablo de centrarse en los asuntos de este mundo y perder de vista lo que es importante. Un profeta puede perder el rumbo y ya no ser coherente con el mensaje debido a las preocupaciones de este mundo. Hablando de coherencia, San Pablo pudo haber temido que una persona casada terminara con la familia incapaz de gobernar. Ha sucedido tantas veces, la gente de la iglesia que tiene hijos que causan problemas, y muchos de afuera, bien pueden decir: "Bueno, ni siquiera pueden gobernar a sus propios hijos y aquí tratan de ser profetas". No es de extrañar que la iglesia tenga el celibato para que el sacerdote pueda predicar el mensaje profético sin compromisos. Entonces, la coherencia significa que las palabras deben corresponderse con las acciones.
La otra cualidad necesaria de un profeta es la autenticidad, que se acerca a la coherencia. Pero la autenticidad es predicar con convicción porque realmente se cree en el mensaje. El profeta está dispuesto a dar vida por el mensaje. Un verdadero profeta no es un hipócrita que sólo quiere lucirse, llamar la atención. Un verdadero profeta que es auténtico es aquel que no es rígido ni se limita a seguir reglas olvidando la importancia de la persona humana. Autenticidad general significa sinceridad de corazón...sin engaño. Una persona que se ha enamorado de Dios predicará genuinamente el amor de Dios a los demás de forma natural, no con una voz fingida sino con verdaderas emociones. Dios continúa llamando a los profetas para compartir su mensaje de salvación. Que todos vivan su llamada bautismal y sean profetas coherentes y auténticos.