¿Has notado que a veces cuando oramos, Dios responde de la manera que queremos? Dios no parece contradecir nada de nuestra oración. Dios tampoco nos desafía en la oración, eso es quizás porque nosotros como el fariseo no estamos orando a Dios, sino a nosotros mismos. Oímos lo que queremos oír. Este es un peligro acerca de cómo podemos relacionarnos con Dios en oración. Eso sería más como un monólogo con nuestra propia mente. En la oración muchas veces caemos en lugares comunes y aveces terminamos hablando con nosotros mismos como el fariseo. También hubo otro problema con el fariseo, simplemente se levantó y se fue sin esperar una respuesta. En la oración necesitamos esperar una respuesta, y puede que no siempre sea lo que queremos. La respuesta puede llegarnos en oración en nuestra mente, en nuestro pensamiento. Pero esa respuesta necesita crear una sensación de paz interior. Se siente bien porque no se da para nuestra conveniencia. A veces, la respuesta no será exactamente lo que queremos escuchar, sino lo que necesitamos escuchar. En oración podemos obtener una respuesta, pero puede ser diferente de lo que esperábamos. También necesitamos pedirle a Dios un espíritu de discernimiento para saber lo que viene de Dios y lo que viene del enemigo y lo que viene de nuestra mente. Sin embargo, la oración comienza cuando esperamos una respuesta. A veces no habrá una respuesta en la oración de inmediato, pero debemos esperar. Si recibimos una respuesta de inmediato, debemos examinarla antes de actuar. Después de discerner, otra forma de verificar la oración es buscar el consejo de otros. Dios también responderá a través de otros, sin siquiera elaborar demasiado sobre dicha oración, alguien de confianza puede verificar que esta es una respuesta genuina de Dios. Finalmente, Dios responde con las circunstancias de la vida, lo que algunos pueden llamar coincidencia. Dios puede estar poniendo las cosas en su lugar para que se lleve a cabo su divina voluntad. Dios responde a la oración colocándonos en el lugar correcto y en el momento correcto. La clave en todo esto es esperar una respuesta, porque cuando lo hacemos, podemos estar más seguros de que Dios está actuando en nuestras vidas, y no solo estamos hablando con nosotros mismos. Espérala, llegará, y cuando llegue será mas generosa y más de lo que esperábamos.