La parábola de las vírgenes prudentes y insensatas nos recuerda que debemos estar preparados para el fin de los tiempos, la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Estamos tan atrapados en este mundo que olvidamos que habrá un día del juicio final. Nos hemos vuelto demasiado incredulos porque hay dudas sobre si esto sucederá. Hemos esperado 2,000 años y el Señor no ha venido. Después de un par de milenios, esta promesa no parece probable para algunos. Hemos bajado la guardia y nos preguntamos si Jesús regresará alguna vez. Jesús cumple su palabra, pero tal vez nos esté dando el tiempo suficiente para actuar juntos. Sin embargo, está sucediendo todo lo contrario. A medida que pasan los años nos volvemos demasiado complacientes y actuamos como esas vírgenes insensatas. Sólo hacemos lo suficiente para salir adelante. No hacemos planes para nuestra vida eterna; vivimos para el ahora. Aunque no lo profesemos en voz alta, nuestras acciones y nuestras decisiones muestran que hemos dejado de creer que Jesús vendrá otra vez. Lo profesamos en nuestro credo (Él vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos), pero estamos muy poco preparados.
Hoy probablemente no hay ni 1 virgen prudente entre 10. En la parábola dice que eran 5 en cada categoría, pero ahora ¿ serán 10 de 10 los que no están preparados para Su venida? Decimos: “Venga tu reino”, pero ¿realmente lo queremos? Podemos hacer varias cosas para solucionar nuestro problema. Primero, preguntarnos en cada decisión que tomamos: ¿Esto me está acercando a mi vida en el cielo? Segundo, pídele al Señor sabiduría para tomar las decisiones correctas mientras estés en este mundo. En tercer lugar, explore en oración cuán gloriosa y magnífica sería la segunda venida de nuestro Señor. Imagina la eternidad. Esto debería hacernos entusiasmarnos y anhelarlo. Que nos preparemos para que la puerta no se nos cierre con llave y podamos entrar al banquete para estar con todos los invitados (incluidos los familiares) y el Novio para siempre.