En este segundo domingo siguiente a Pentecostés nos recordamos, de manera formal, este "Gran don / gracia" (sustantivo eucarísta) que hemos recibido de nuestro Señor. El don precioso de sí mismo a nosotros, indigno como somos, nos lleva ojalá a darle “gracias” (Eucaristía-verbo). El mayor deseo de Jesús es que seamos más como él para que un día estemos con él para siempre en el cielo. Así como la buena comida es importante para nosotros para maximizar nuestro potencial humano, lo mismo ocurre con nuestra vida espiritual. Estar agradecido por este gran regalo ayudará a permitir que su poder nos transforme en otros Cristos.