Las lecturas de hoy ofrecen la imaginería del mar. Muchos pueden identificarse con esta imagen porque les gusta pescar. Algunos pueden haber crecido en un lugar cercano a donde la gente se ganaba la vida con la pesca. Sé que lo hice. Para nosotros era un lugar común ir a la laguna a ver cómo los pescadores trabajan con sus redes. La gente que trabajaba allí explotaba la pequeña laguna donde apenas quedaban peces. Había mucha competencia entre ellos para conseguir el último pescado que quedaba. A veces los podíamos ver a lo lejos pescando con sus redes, pero otras veces las redes se quedaban colgadas en la orilla. Cuando los mosquiteros se dejan por mucho tiempo sin uso, pueden enmohecerse, oler mal y hacerse jirones. Después de un tiempo, pueden arruinarse. Esta imagen puede aplicarse también a nuestras vidas. A aquellos que han visto una gran luz, se les da la misión de clamar como Jesús y decir: “Arrepentíos, el reino de Dios se ha acercado”. Están llamados ahora a usar sus redes, sus habilidades, sus recursos, sus propias vidas al servicio del Evangelio. Si no usan sus redes, que también pueden ser una metáfora de su misión bautismal como reyes, profetas y sacerdotes, entonces sus vidas se arruinarán.Así como las redes se estropean por su falta de uso. Sin embargo, el otro peligro es trabajar demasiado las redes y esas redes se rompen. Jesús se acerca a los pescadores que estaban remendando sus redes. Jesús quiere sanarnos en nuestro quebrantamiento y sanar nuestras enfermedades. ¡Jesús lo tiene! Él era el que recorría toda Galilea y sanaba toda enfermedad. Él era el mesías prometido, no nosotros. Debemos tener cuidado de cuidarnos nosotros también cuando nos aventuramos a convertirnos en sus ayudantes. Esto no significa complacencia, sino más bien cuidarnos de no quemarnos y quedarnos hechos pedazos como redes rotas. Finalmente, se nos recuerda que estamos llamados a ser pescadores de hombres (usando nuestras redes, nuestros recursos) para el servicio del Evangelio, estamos llamados a hacerlo como un equipo.Jesús no quiere división como la que vemos en los Corintios. El Evangelio no tiene derechos de autor. El Evangelio no pertenece a un grupo sobre el otro en la Iglesia. El Evangelio es gratis y es para todos. Por lo tanto, no debe ser fuente de división, sino orilla de unidad ya que todos estamos en el mismo barco de la Iglesia. Estamos llamados a centrarnos en los demás y no en las luchas internas para que al final, mediante la dedicación de humildes Pescadores, los que viven en la oscuridad sean glorificados con la luz de Cristo. Seamos buenos Pescadores de hombres y usemos nuestras redes (recursos) para traer a los que están en la oscuridad a la barca (Iglesia) con Jesucristo en el centro.