Hay una expresión en español “no lo haces y no dejas que otros lo hagan”. Esta es una expresión que se usa para señalar cuando una persona se convierte en un obstáculo para los demás cuando las cosas deben hacerse. En la lectura del Evangelio de hoy se menciona pasar por la puerta estrecha. Ser un discípulo de Jesucristo es difícil. No todos lo lograrán. Requiere mucha disciplina. Esto requiere tiempo y paciencia. La disciplina es un compromiso que no todos están dispuestos a tener, por lo que algunas personas no atravesarán la puerta estrecha. Es su elección, pero esta elección tiene consecuencias eternas. Es aquí donde podemos volver a la frase inicial, modificándola diciendo: “Si no lo vas a lograr, no te interpongas”. Algunas personas no quieren pasar por la puerta estrecha o dejar que otros entren. Estos supuestos líderes a menudo se nombran a sí mismos como la "puerta" y otros deben atravesarlos para acercarse a Dios. Estos son los que tienen conocimiento de la puerta pero la usan para su conveniencia. La gente que quiere pasar por la Puerta debe pasar por ellos, por sus reglas y reglamentos. Se supone que deben ayudar a la gente, pero en cambio se han apoderado de la puerta. Tenemos que tener mucho cuidado de no convertirnos en ese tipo de personas. Más bien, debemos reconocer que solo somos los guardianes. Sólo estamos ahí para guiar al pequeño rebaño de Dios que viene de muchas naciones a través de la Puerta que es Jesucristo. Y a veces, lo mejor que podemos hacer es salir del camino. No bloquees la entrada. Esto no significa alejarse de la Iglesia, sino conocer nuestro propio lugar en relación con la Puerta. Solo somos sirvientes, no dueños. Somos porteros que pueden abrir la Puerta de Jesucristo para que otros puedan entrar, y luego entrar nosotros mismos.