Una vez en una parroquia lejana había un feligrés que comentó algo muy lamentable. Esta persona dijo: "Sé que a tu gente le gusta estar de rodillas". En la primera lectura, Cornelio se arrodilla y Pedro le pide que se levante porque es un hombre como él. Arrodillarse puede ser una señal de reverencia y respeto al Señor, pero esta persona pensó que era una señal de humillación. La interacción con Pedro no debe llevar a nadie a creer que está bien arrodillarse ante otro hombre, sino que tiene como objetivo enfatizar las acciones amorosas y misericordiosas de Pedro. Pedro no trató a Cornelio como a su subordinado sino como a su hermano. Pedro quería que Cornelio estuviera en el mismo de pie. Pedro le dice a Cornelio que se levante y lo levanta para que esté al mismo nivel Algunas personas pueden querer que la gente se arrodille a sus pies como si fueran esclavos, pero están llenos de arrogancia. Algunas personas son como Pedro que quieren defender la dignidad humana de la persona. Algunas personas como Pedro ayudarán a otros a “ponerse de pie” cuando estén luchando con muchos problemas. Están dispuestos a echar una mano para restaurar a las personas que pueden haber caído de rodillas debido a sus problemas. Algunas personas como Pedro pueden fortalecer a los hermanos y hermanas que son débiles y simplemente necesitan a alguien “en quien apoyarse”. Pedro se dio cuenta de que era sólo un ser humano y que Dios es imparcial. Todos tienen la misma dignidad ante Dios. Algunas personas aprovechan la oportunidad para humillar a otros cuando están luchando, con una mentalidad del tipo “atraparlos mientras están deprimidos”, ojalá nunca sufran de la misma manera. La comunidad de Pedro resistía aceptar a “estas personas” como uno de ellos, pero el Espíritu Santo tuvo la última palabra. Todos fueron renovados y fortalecidos por la acción del Espíritu Santo que cayó sobre ellos. Como estamos en el tiempo pascual, aquellos que viven en el Espíritu de Cristo Resucitado, aquellos guiados por el Espíritu Santo, están llamados no a diferenciar y humillar a las personas, sino a elevarlas a una nueva vida en el Bautismo. Veamos la dignidad de cada uno. Tratémonos como amigos y amémonos como Cristo ordenó. Restauremos a los caídos y debilitados a sus pies con acciones amorosas para que ellos también puedan ser fortalecidos por el poder del Espíritu Santo, el Gran Igualador.