Si tuviera algo que decir en la temporada de Adviento, cambiaría el orden de las semanas debido al énfasis en las lecturas. Las dos primeras semanas tienen un significado escatológico. Un énfasis en la Segunda Venida del Señor Jesucristo. Las dos últimas semanas son de preparación para la Natividad del Señor. En la tercera semana de adviento hay un énfasis en el regocijo porque el Señor está cerca y la cuarta básicamente recuerda cómo se produjo el nacimiento del Señor Jesús ya que la Navidad está a la vuelta de la esquina. Parece que empezamos el advenimiento mirando al futuro mientras esperamos la Segunda Venida, y luego volvemos a mirar el principio de todo mirando al pasado en el momento del nacimiento. No sé por qué la iglesia pone el orden de las lecturas de esa manera. Yo comenzaría el Adviento con la Primera Natividad, sacaría los regalos del camino y luego terminaría el Adviento esperando con gozosa expectativa la Segunda Venida del Señor. Deberíamos esperar Su Segunda Venida, pero tal vez primero deberíamos conmemorar Su Primera Venida para aprender algo de ella. Por ejemplo, Su Primera Venida fue pasada por alto por muchos, quizás podamos evitar ese mismo error. La iglesia sabe más que yo sobre este tema, así que sé que hay un propósito para este orden en Adviento. Quizás la Iglesia quiere que miremos hacia atrás (en cierto sentido) para que podamos mirar hacia adelante a su segunda venida. Solo pediría cambiar el orden para que podamos terminar el adviento con una invitación abierta al Señor para que venga de nuevo. Pero la iglesia es maestra y pone todo en el orden correcto. Quizás el orden sea así, para esperar su Segunda Venida con mayor expectativa y aprecio. Me emociono mucho al imaginar su Segunda Venida. ¿Cómo vendrá? ¿Dónde llegara? ¿Verán todos cuando venga de nuevo entre las nubes? ¿Habrá un canto de la trompeta? ¿Formarán los ángeles una especie de escalera hacia el cielo? ¿Cómo se llevará a cabo el juicio? Con todo el ajetreo de la temporada de Adviento, no olvidemos mirar hacia el futuro.Con todo el comercialismo de los regalos de Navidad, no olvidemos que el mejor regalo es la promesa de que volverá. En nombre de nuestro personal parroquial, el P. Germán y yo queremos desearle a usted y a toda su familia una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo, y tal vez podamos enmendar para decir que tengan un tiempo feliz esperando su Segunda Venida.