En la primera lectura se ve una situación muy terrible: el pueblo de Israel está siendo llevado al exilio. Todo ha sido destruido. El templo, los castillos, la ciudad, todo ha sido saqueado. Fueron llevados al exilio durante setenta años en una tierra extraña para ellos. Allí en Babilonia, se les pidió que cantaran una de las canciones que cantarían en su tierra natal, pero ¿cómo podrían cantar las canciones del Señor en una tierra extranjera? Los israelitas vivieron en el exilio hasta que el Señor envió a Ciro, un rey persa, para permitirles regresar a Jerusalén para reconstruir su templo y reclamar sus vidas. Esta lectura proporciona una imagen poderosa del estado del mundo actual para muchas personas que también están en el exilio. Hoy este exilio ya no es en tierra extraña, es un exilio de la fe. Mucha gente está en el exilio porque quiere estar en ese exilio. Es un autoexilio. Y los resultados del exilio son los mismos que le sucedió al pueblo de Israel. Han sido saqueados en sus vidas. Han sido destruidos en su dignidad humana. Su templo (su cuerpo) ha sido arrasado. Sus enemigos [han] quemado la casa de Dios, su fe. Su preciosa dignidad, como la de los objetos preciosos del templo, ha sido desfigurada. Y como se menciona en la lectura, los que se salvaron fueron llevados para ser sirvientes del rey de los caldeos. Estas personas están esclavizadas por el pecado y continúan sirviendo al amo de este mundo. Son reducidos, saqueados y destruidos por elección propia. Sin embargo, el plan de Dios no es de destrucción. En otra parte de la biblia en Isaías 45:18 dice que Dios no estableció el mundo para que fuera un desierto, un desierto vacío, sino que lo formó para ser habitado. Dios no quiere la destrucción del pecador, sino la conversión. . Mucha gente quiere vivir en el exilio y lo hace por sus decisiones de vida. Dios ama al mundo y ama al pecador (no al pecado) y quiere que el pecador regrese a Su plan original de amor. Dios es rico en misericordia y quiere sacar al pueblo de su exilio. Sin embargo, muchas personas persisten en querer autoexiliarse y siguen queriendo vivir en la oscuridad. “Porque todo el que hace maldad aborrece la luz y no va hacia ella, para que sus obras no queden descubiertas” (Jn. 3:20-21). Dios creó a todos para hacer “el bien” porque “somos obra suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10). Estamos llamados a ser restaurados a nuestra dignidad original como hijos de Dios y a no vivir más en la oscuridad del pecado. Esta temporada de Cuaresma es una oportunidad para regresar a casa, para ser restaurados a nuestro lugar original de vida. Las buenas obras que hagamos pueden traernos de regreso a la patria. Si regresamos al lugar al que pertenecemos, Dios nos mostrará “las inconmensurables riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2:6). Que esta Cuaresma podamos regresar del exilio haciendo buenas obras de purificación. Que esta Cuaresma crezca la luz de Cristo para que podamos ser restaurados a nuestra dignidad original como hijos de Dios.