El tiempo de Cuaresma nos invita a embarcarnos en un viaje espiritual de cuarenta días que esperamos termine en un lugar mejor para nuestra vida espiritual. Pero más allá de la Cuaresma estamos todos en el camino hacia nuetra salvación. Si estamos vivos, estamos en este viaje. Hay un término en latín que se llama “exitus-reditus” que significa que venimos de Dios y debemos volver a Dios. Así que estamos entonces en un viaje hacia la eternidad. En este viaje como vimos la semana pasada habrá tentaciones, el diablo tratará de desviar la ruta. Sin embargo, hay más cosas que pueden suceder como vemos en las lecturas de hoy. Primero, el Señor nos llama a salir de la tierra de nuestro nacimiento como Abraham. Esta es una metáfora para mostrarnos que estamos llamados a salir de nuestra zona de conforte e ir a donde el Señor nos guíe. En este viaje de la vida, se nos otorgarán bendiciones a lo largo del camino al igual que Abraham. Él mismo se convirtió en una fuente de bendición. Así como Abraham fue bendecido porque estuvo dispuesto a dejar la casa de su padre, así también nosotros seremos bendecidos cuando aceptemos el llamado de Dios para servir en su Iglesia. Abraham, como se menciona al final de la lectura, hizo lo que el Señor le indicó que hiciera. ¿Cuántos dolores de cabeza nos ahorraríamos si solo escucháramos la dirección de Dios? Hay muchas direcciones contradictorias que da el mundo, solo apégate al curso mostrado por Dios. En este camino de fe no todo será bendición, no todo será color de rosa para usar una expresión. También habrá dificultades como vemos en la segunda lectura cuando San Pablo menciona la parte de las dificultades por el Evangelio. En este camino habrá momentos de bendición, pero también momentos de prueba. Sin embargo, Dios dará fuerza desde lo alto, para que esas pruebas nos ayuden en nuestro camino hacia la santidad, y la vida de santidad nos lleve a la inmortalidad. Finalmente, en este camino habrá momentos, tal vez uno en la vida, tal vez un par donde la presencia de Dios será tan intensa, su manifestación tan poderosa, su luz tan brillante que quisiéramos quedarnos con tal experiencia por mucho tiempo. Esta experiencia se da con el propósito de reafirmar nuestra fe y que sigamos caminando con Dios hasta el final. Esta experiencia se da para que nos levantemos de nuestras conformidades y sigamos el camino de la cruz. Esta experiencia se trata de que tengamos menos miedo a la vida, y que tengamos la meta de la eternidad. Esto es lo que algunos llamarían el momento “aja” cuando nos damos cuenta de que el propósito de nuestras vidas es regresar a Dios. En este viaje de la vida, experimentaremos muchas cosas: bendiciones y pruebas, y algunos momentos de transfiguración, pero esperamos que todo esto nos ayude a completar el camino, y un día escuchar las mismas palabras dirigidas a Jesús para nosotros: "Este es mi amado hijo [hija], en quien tengo mis complacencias; ¡Bienvenido a casa!"