Este año el sepulcro vacío tiene más significado como en años pasados. El virus COVID-19 ha cambiado todo lo que estabamo acostumrado. Sin misas publicas, la Pascua parece, como el sepulcro, vacía. Pero, como el virus, la resurrección de Jesús cambió todo lo que estuviera pensado a ser normal. El pecado y la muerte no más tienen la última palabra. Ambos han sido conquistados por la Resurrección.
Posiblemente este año nuestra reflexión pascual no da una nueva vision a la experiencia de los discípulos esa primera Pascua. Nada es normal, no más – İÉl Resucitó! İAleluya!