En el campo del Señor hay dos clases de plantas, trigo y mala hierba (cizaña). Nuestras acciones determinar qué tipo de planta (usando esta imagen) somos en el campo (la iglesia) del Señor. Es posible que todos queramos ser un trigo que crece con esplendor, pero tal vez solo seamos una mala hierba triste y espinosa. He dicho antes: “No todas las personas vienen a la Iglesia a orar”. Algunos vienen con intenciones menos que nobles y otros con intenciones totalmente hostiles. Tenemos todo tipo de personas en la vida de la iglesia. Tenemos trigo y cizaña. Porque la iglesia ciertamente es un campo grande, con gente de diferente santecedentes e intereses diferentes. Sabemos que tanto la cizaña como el trigo estarán juntos en este campo hasta que el Señor los separe. Pero debemos tener cuidado de no convertirnos en una mala hierba. ¿Cómo podemos saber si vamos en esa dirección? Miremos las malas hierbas. Cuando estaba en mi asignación anterior, hice una buena parte de quitar la maleza alrededor de los terrenos de la iglesia. Había un gran campo donde habían crecido mucha maleza y algunas otras por todo el recinto. Al principio las saque con mis propias manos, pero luego me volví un poco inteligente y comencé a usar guantes. Eran difíciles de sacar. Las primeras veces, al día siguiente me dolían las rodillas porque tenía que hacer mucha presión para sacar las malas hierbas. Las malas hierbas son obstinadas, difíciles de arrancar y muchas de ellas son espinosas. Estas señales de la cizaña se pueden aplicar a las de la iglesia. Tratemos de evitar ser ese tipo de persona que es terca y crea problemas para otros con tantas quejas. Evitemos darle dolor de cabeza al padre desafiándolo en todo, y más aún comenzando a contagiar malas actitudes a los demás. Y no seamos espinosos. No hagamos comentarios que tengan una doble intención y entremos en peleas verbales con otros en la iglesia. Ojalá no terminemos ser mala hierba y ser echado en el horno. Soportaremos la cizaña en el campo de la iglesia, pero el resultado final será diferente. Tratemos de ser más como el trigo. Sabemos que seremos así, cuando estén pasando dos cosas. Primero, sé amable con las malas hierbas que crecen a tu lado. Segundo, fortalécete con la oración. Puede que no sepamos orar, pero el Espíritu intercederá. La gran diferencia entre el trigo y la cizaña es la vida en oración. El enemigo está ahí afuera tratando de matar el trigo, pero el trigo debe resistir en oración.Al principio, el trigo y la mala hierba comenzarán a crecer de la misma manera, pero pronto se notará la diferencia. Aquellos que tienen una vida de oración auténtica, sincera y constante seguirán creciendo en su vida espiritual aunque haya malas hierbas alrededor. Como se mencionó, nuestras acciones determinarán lo que seremos al final de los tiempos, que estemos en el lado correcto de la historia y seamos un trigo fuerte, hermoso y fructífero.