En las lecturas de hoy vemos muchas imágenes, metáforas aplicables a nuestras vidas. En el bautismo fuimos plantados en la viña del Señor, el campo de la salvacion, qué tipo de frutos daremos al final está por verse. En la primera lectura, vemos que la tierra era buena, que esencialmente fuimos creados buenos.Se nos recuerda a los cristianos que recuerden su dignidad. Recuerda de donde vienes. Hay un gradoe bondad en todos. Fuimos creados buenos para hacer el bien a los demás. La lectura continúa con más imágenes. El amigo de la humanidad, Dios, plantó la viña en una ladera fértil y la limpió de piedras, es decir, del pecado original y luego plantó las viñas más abundantes. Fuimos llamados a ser hijos de Dios en nuestro bautismo y coherederos de las promesas de Cristo. No todos son elegidos, sólo los mejores se convierten en miembros de la viña del Señor. Fuimos destinados, fuimos creados y fuimos seleccionados. Hay grandes expectativas para los elegidos. La iglesia en esta lectura es la torre de vigilancia, así como la madre vigila a sus hijos, así la Iglesia sólida y firme vigila a sus hijos como una torre. Siempre a lo alto, siempre protegiendo, siempre firme en la sana doctrina. El lagar es la iglesia que trabaja por la salvación de muchos ofreciendo los sacramentos. Pero, lamentablemente, esto puede no ser suficiente para producir buenas uvas. Los resultados pueden decepcionar porque hemos olvidado nuestra identidad bautismal, o no la hemos vivido en absoluto. Hemos olvidado quiénes somos y aunque estemos en la viña de la salvación es posible que no seamos salvos por nuestras acciones. No basta con tener fe; hay que ponerla en práctica. No basta sólo desearla (la salvación) sino también trabajar por ella. Mientras estamos en la viña del Señor, ¿en qué tipo de persona nos estamos convirtiendo, en qué tipo de uva? Quizás nos sorprendería saber que lo que nuestras vidas están produciendo es diferente de lo que creemos que están produciendo. Sería triste llegar al final de nuestras vidas con resultados decepcionantes porque nunca aprovechamos todas las herramientas y ayudas de la Iglesia para activar nuestro bautismo. Quizás terminemos siendo una uva triste, agria y seca (una pasa seca) porque hemos perdido el tiempo en este mundo en actividades triviales. Que trabajo tan duro ha hecho Dios, ojalá no los decepcionemos por la falta de resultados. Cada vez que se nos den oportunidades de cambiar, que seamos beneficiados por la corrección del Señor mientras estemos en este mundo, para que no nos convirtamos en una uva silvestre devastada por el jabalí del bosque (el demonio). Que produzcamos vino de sabor dulce, con todas las buenas cualidades de las que habla San Pablo sobre honestidad, pureza y excelencia, y que no nos convirtamos en una uva agria con malas intenciones como aquellos miserables de la parábola del Nuevo Testamento. Si el Señor quisiera limonada, habría plantado un limón. El Señor quiere vino dulce de su viña, y esto se logra con la vida del bautismo bien vivida.