La Epifanía del Señor es la manifestación o revelación del Señor como Luz del Mundo. La celebración de la Epifanía está más cerca del final de la temporada navideña que termina con el Bautismo del Señor. Este año la Epifanía se celebra el domingo, y al día siguiente el lunes sigue el Bautismo del Señor. En la Epifanía vemos la conexión con las lecturas del día de Navidad del Evangelio de Juan que dice: “la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la han vencido” (Jn 1, 1-18). En la Epifanía vemos la estrella brillante que descansa sobre la madre y el niño. La luz de la estrella lleva a la luz de Cristo, y en su luz vemos la Luz misma. Ademas, la luz de Cristo revela las intenciones del corazón de las personas. Cuanto más lejos está la gente de esta luz, menos manifestación de Cristo en sus vidas. Tomemos por ejemplo, Herodes supuestamente interesado en el recién nacido envía sus saludos pero no se mueve ni un centímetro para acercarse a la luz.Los magos se acercan cada vez más a la luz y encuentran el esplendor de la luz cuando se encuentran con el bebé y la madre. Y luego está el infante y la madre, el infante la fuente de Luz brillando frente a la madre y para el resto del mundo. Cuanto más nos acercamos a donde está Jesús, mayor es la intensidad de su luz. Podemos elegir vivir en la oscuridad. Podemos elegir vivir solo con algunos destellos de luz. Podemos elegir acercarnos a la Luz. Y finalmente, podemos llegar a la presencia del Señor y disfrutar del esplendor de su Luz. Todo requiere movimiento de nuestra parte, pero eso también requiere una elección. La Epifanía nos recuerda que podemos elegir vivir en la oscuridad (como Herodes) o podemos elegir encontrar la luz (como los Reyes Magos), la Luz está allí presente en Jesús esperándonos en el sagrario.