La historia de la zarza ardiente en la primera lectura de hoy es familiar. Hay muchos aspectos interesantes en esta escena: Dios llama a Moisés, le revela Su nombre divino, encarga a Moises a guiar a la gente a la Tierra Prometida. Sin embargo, hay un aspecto que a menudo se pasa por alto y puede ayudarnos durante nuestra jornada de Cuaresma.
Cuando Moisés partió ese fatídico día para apacentar el rebaño, no tenía idea de que tendría un encuentro con Dios. Tan dramático como fue el evento, Moisés todavía estaba atento y receptivo a Dios. Aunque nuestra interacción diaria con Dios puede no ser tan espectacular como la zarza ardiente, esperamos que seamos tan atentos y receptivos como lo fue Moisés.