Una línea recta es la distancia más corta entre dos puntos. Este concepto incluso los antiguos griegos lo conocían. Si se quiere ahorrar tiempo, entonces ir en línea recta es la ruta más corta para llegar al destino. Sin embargo, en la vida no siempre sucede así. Es bastante simple, sigue el camino recto hacia la eternidad. Pero es más fácil decirlo que hacerlo. Muchas veces se ha dicho: "Aprende de la experiencia". ¿Y cuántas veces la gente hace eso? Los padres se cansan de decirles a sus hijos (incluso a los adultos) que escuchen y aprendan de la experiencia. Sin embargo, muchas veces en la vida muchas personas toman el camino más largo para llegar al cielo. En lugar de seguir directamente los mandamientos del Señor, se desvían con las malas decisiones que toman. Su vida no es una línea recta, sino más bien una línea con muchas curvas. Muchas personas se desvían del camino en la dirección equivocada, con decisiones equivocadas, pero luego regresan por un corto tiempo a Dios, y luego vuelven a desviarse del camino. A veces este proceso ocurre en un día. A veces sucede más con la dinámica de la vida. Durante un par de años, una persona puede ser buena, pero luego hay un giro equivocado con el pecado y la persona se desvía de nuevo de la línea recta de la vida. La lectura de hoy pide a todos que enderecen sus caminos, que eviten el camino torcido. Tomar la decisión permanente de permanecer en el rumbo de Dios, y no dejarse llevar por una curva que conduzca a la destrucción. La mayoría de las veces, cuando una persona se va con esta curvatura de la vida, no es abrupta. Como se menciona en la primera lectura, se desvían un pie a la vez. Una pequeña decisión equivocada a la vez. Y pronto, la curvatura se vuelve más prominente. Algunas personas dicen: "No sé cuándo esto sucedió". Pero la realidad es que día a día, tomar las decisiones equivocadas nos aleja poco a poco de Dios, de esta línea recta. El reto es volver a la normalidad durante este tiempo de adviento. El Señor da la oportunidad de comenzar a vivir en línea recta hacia la eternidad, viviendo una vida de oración (mencionada en la segunda lectura). Es hora de volver a la línea recta de la vida, promoviendo la paz y la justicia en todo el mundo, para que brille la gloria de Dios. Es tiempo de regresar a la línea recta de la vida siguiendo sus mandamientos y tratando de vivir una vida más moral. Una pequeña acción a la vez puede traer a una persona de vuelta o puede desviarla del camino a la eternidad. Tengamos un propósito durante el adviento, de modo que, si estamos en una curvatura de la vida, podamos volver a Dios y cumplir las palabras de Juan el Bautista y "enderezar los caminos" del Señor.