La lectura de hoy muestra lo que realmente significa tener fe y ponerla en práctica. Para algunos, la fe es una comodidad. La fe solo está ahí cuando todo va bien en la vida, pero cuando hay una prueba, la fe reclamada se va por la ventana. En la lectura del Evangelio vemos que, para Jesús, la fe no consiste sólo en atribuirle títulos buenos y dignos. Sí, él es el Mesías, el Hijo de Dios, pero ¿y qué? Es interesante que, en la narración de Marcos, Pedro no recibe ninguna recompensa ni ninguna promesa solo porque declaró a Jesús el Hijo de Dios. Es como si Jesús se saltara toda esa maravillosa declaración y desafiara a sus discípulos a abrazar la cruz. Pedro no se tranquilizó por lo que dijo, hay un silencio sepulcral. Jesús pudo haber pensado que finalmente lo habían conseguido y ahora les dirá lo que les va a suceder. Ellos también tuvieron que soportar pruebas. La pasión es una experiencia compartida. Muchas personas en la vida de la iglesia son buenas con solo llamar a Jesús con títulos elegantes, pero son solo palabras vacías. No hay seguimiento con acciones. Y muchas personas en la vida de la iglesia, solo tienen fe si tienen títulos. Lo que significa es que, si la gente les da títulos, y elogios, y sienten que están siendo tratados con tanta sutileza, entonces creen. Se quedan en la iglesia. Jesús muestra que, aunque con razón merece todos esos títulos que se le han dado, no les está dando mucha importancia. Jesús los reconoce y luego sigue adelante. Lo mismo debería ser con los que están en la iglesia. No deben buscar el reconocimiento, sino simplemente movernos a la obra de la evangelización. En la segunda parte de la lectura, Jesús enumera un montón de tipos religiosos en cuyas manos sufrirá, y también los discípulos a su debido tiempo. Jesús no promete la gloria [en este punto] a sus discípulos, solo el camino de la cruz. Estos tipos religiosos: los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas rechazarán al Hijo del Hombre y lo matarán. Jesús se mueve valientemente en dirección a la cruz. La verdadera fe se prueba en la tribulación. Lo que le sucede a Jesús está destinado a sucederle a los verdaderos discípulos. Los que tienen fe verdadera perdurarán aun en medio de persecuciones. Y esas persecuciones no solo van a venir de los ajenos a la fe, sino precisamente de los que desde dentro dicen tener fe. Fueron los tipos religiosos los que persiguieron a Jesús. Son los tipos religiosos de nuestro tiempo: los ministros de la iglesia, como los ministros de la Eucaristía, los lectores, los sacristanes, etc., los que pueden estar llevando a cabo la persecución. Esto no es un secreto, está ahí afuera a la vista, las personas que hacen más daño a la fe de otras personas son aquellas que afirman servir a Dios [gran signo de interrogación] por un tiempo. Esto es lo que se llama un trabajo interno. Esto no justifica el comportamiento de estas personas que son falsos discípulos, falsos religiosos, pero en todo lugar y tiempo seguramente habrá personas problemáticas, pero esto no significa que esté bien abandonar la fe. En la primera lectura hay una profecía mesiánica, y menciona cómo se trataría al mesías. Si esto le sucede al mesías que se puede esperar que les suceda a aquellos que quieren ser sus verdaderos discípulos. Esto, de nuevo, no es aprobar el comportamiento negativo desde dentro de la iglesia. Pero mucha gente dice: "Ya no voy a ir allí ni a ninguna parte". La pregunta es: ¿dónde está la fe que decían tener? La fe es probada en la tribulación. La fe se muestra en la perseverancia. La fe es probada por la cruz. La fe produce resultados de salvación eterna. Al final, tener fe en la persona de Jesús no solo significa darle hermosos títulos, sino que significa perseverar hasta el final abrazando la cruz de las tribulaciones incluso desde adentro. Jesús dijo esto abiertamente, cualquiera que quiera ser discípulo debe saber a qué se está comprometiendo, debe estar listo para mostrar su fe y tomar la cruz que lo llevará a la eternidad.