Ya sea que Jesús este en "territorio pagano" como Cesárea de Filipo o en un viaje a través de Galilea, su mensaje sigue siendo el mismo. Habrá persecución para esos verdaderos discípulos porque tendrán que pasar por lo mismo que el maestro. Jesús deja claro que será entregado a los hombres y que lo matarán. La persecución sucederá, pero la promesa de la resurrección sigue. Como se mencionó la semana pasada, esta persecución puede venir de adentro. La carta de Santiago recuerda que los que están dentro a menudo hacen la guerra a sus propios miembros porque se dejan llevar por sus pasiones y no por Dios. Uno de los escándalos del cristianismo es que los miembros no se tienen mucho amor entre sí. El daño al Cuerpo de Cristo se hace desde adentro. El fundamento del amor es lo que Jesús predicó, amar a Dios y al prójimo, pero este principio básico del amor es difícil de implementar. Puede mejorar con la participación en la Eucaristía, que fomenta el amor. Si bien es cierto que la persecución puede ocurrir, si se une a la oración, puede forjar una fe más fuerte. El desafío para el creyente es, en medio de la persecución (de cualquier fuente), crecer en carácter y en fe. En la persecución, el verdadero discípulo está llamado a no dejar que las pasiones vuelen alto. Dejar que las tensiones hiervan a fuego lento. Dejar que los pasados sean pasados. Dejar de lado el cinismo mostrado en la primera lectura. No categorizar a los demás como desagradables, sino ayudar a todos a ser mejores. Desarrollar frutos del Espíritu Santo mientras la fe se prueba en fuego. Estos frutos se enumeran en la segunda lectura: llegar a ser más puros, más pacíficos, más amables, más obedientes y llenos de misericordia. La persecución no debe asustar, sino motivar. Soportar la persecución con la ayuda de Dios puede mejorar la fe de una persona. En la persecución se revela el verdadero carácter, se vive la verdadera fe. Cuando se trata de persecuciones, la persona será guiada por sus pasiones a desear venganza, o la persona será guiada a abrazar la cruz y crecer en virtud. Durante la persecución, el verdadero discípulo necesita concentrarse. Es triste que haya tanta persecución en el mundo por la fe, y muchos dentro de la iglesia se están enfocando en quién tiene la mayor autoridad. El Titanic [de la fe] se está hundiendo, y hay algunas personas que están tratando de arreglar las sillas [del poder]. Jesús se sienta con calma y, como un padre, llama a sus hijos a adelantarse, y le explica amablemente que no se trata del poder terrenal, sino de ser el servidor de todos. El verdadero discípulo no está llamado a luchar por el poder terrenal, sino a conocer el único poder que tiene, es el poder de servir. Los verdaderos discípulos no se concentran en la autoridad sobre los demás, sino que se purifican soportando persecuciones y con servicio. Se trata de convertirse en una mejor persona porque Jesús está en el corazón.