Las lecturas de hoy piden a todos que tengamos coherencia en lo que decimos y en lo que hacemos. San Pablo nos recuerda que no solo debemos ser oyentes de la palabra, sino también hacedores de la palabra, para poner en práctica lo que se profesa. Una queja común sobre los cristianos es que piden a otras personas que sigan los mandamientos, pero ellos mismos no los siguen. Colocan una carga sobre los demás, pero no mueven un dedo para llevarla ellos mismos. Otra queja similar lanzada contra los cristianos es la hipocresía. Dicen una cosa, pero hacen otra. No siguen sus propias reglas. Y cuando las reglas se aplican a ellos, encuentran una manera de alterarlas para su conveniencia. Algunos cristianos escandalizan porque son estrictos con los mandamientos, pero viven la vida en las sombras. Solo hablan de los mandamientos de labios para fuera, pero sus acciones cuentan otra historia. La semana pasada las lecturas mencionaron que los días son malos. Ciertamente, hay mucha maldad en el mundo, y comienza con lo que las personas tienen dentro de su corazón. Exteriormente parecen seguir los mandamientos, pero interiormente están llenos de malicia. Una persona con inteligencia se da cuenta de que no se trata de la demostración externa de piedad, sino también de lo que hay en el corazón. Una persona con inteligencia sabe que los mandamientos se guardan no solo exteriormente, sino también interiormente. Se trata de lo que hay en el corazón. Sin duda, es importante observar los mandamientos para que haya vida en la persona. Pero también es necesario que haya una purificación interior. No se trata solo de fingir. Había un profesor que una vez dijo: "La percepción es la realidad". Si la gente piensa que estás haciendo algo, porque eso es lo que estás fingiendo hacer, entonces piensan que es real. Con el Señor, no hay percepción, solo realidad. No podemos atrevernos a insultar la inteligencia de Dios, pensando que Dios puede ser engañado. Dios ve lo que hay adentro. Dios ve los sentimientos, los sentimientos, el verdadero yo. Hay una canción en español que dice algo así: "De adentro hacia afuera Dios te ve, si tan solo pudieras verte de adentro hacia afuera, tu forma de pensar cambiaría, si tan solo pudieras verte de adentro hacia afuera". Dios ve hacia adentro y eso es lo que importa, no el espectáculo externo. Hay quienes parecen piadosos, siempre rezando y siempre de rodillas, pero albergan odio hacia su prójimo. Ellos son los que están molestos por todo lo que está pasando en la iglesia. No soportan que los niños sean niños. No soportan que la gente converse al salir de la iglesia. Ellos son los que no pueden ser molestados en su tiempo de oración, de estas son las personas de las que hablan las lecturas. Dicen una cosa y hacen otra. ¡Cuán feliz sería el día en que los que oran, son también los que actúan con justicia y guardan los mandamientos desde adentro! ¡Qué feliz sería el día en que el seguir los mandamientos no sea una carga, sino una fuente de gozo! ¡Qué feliz sería el día en que la práctica religiosa fuera pura, porque habría un buen equilibrio entre lo que está dentro y lo que se practica fuera! ¡Y qué feliz sería el día en que hubiera una especie de primicias en la vida de la persona, porque la persona era constante en su fe!